
Nos levantamos y vemos a nuestro alrededor la bruma, la soledad y el mismo desierto que una vez dejamos pra vivir en las praderas que se marchitaron. Queremos llorar, gritar, dejar de sentir, dejar de amar dejar de añorarle, pero su recuerdo sigue alli aunque se trate de borrar, aunque se quiera negar.
Se sienten pesados los pasos y caemos de rodillas, mirando hacia el cielo, hacia esa cima que un dia pudimos tocar, que pudimos tener en nuestras manos y seguimos preguntandonos ¿Valió la pena?

Nos esforzamos por seguir, pero el cuerpo está tan cansado de luchar, de tratar, queremos tan solo quedarnos en el suelo y llorar hasta que la agonía nos consuma, haciendonos derramar nuestra existencia en cada lagrima hasta que no quede una tan sola gota, un tan solo recuerdo, esperamos el momento de liberarnos de todo ese nudo en nuestra garganta.
Solo nos queda avandonar nuestra voluntad y seder ante la tomenta, ahogandonos por fin en ese mar de recuerdos...
El hombre conoce que en el la otra vida existe todo el amor que nos promete la eternidad, sabe que al otro lado no existe nada más terrible, que no hay dolor (el paraíso) pero siempre insistimos en alargar el amor terrenal y es lo que nos lleva al infierno. Para mí, los recuerdos.
ResponderEliminarUn saludo.